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PLAZA DE LA ALAMEDA
El kiosco de la Alameda preside el centro de esta plaza, concebida en el segundo tercio del siglo XIX como lugar de esparcimiento y ocio públicos. Poblada de laureles de Indias (Ficus microcarpa L. F.), con su característico porte y su amplia y tupida copa, de generosa sombra, elegantes palmeras canarias (Phoenix canariensis) y araucarias (Araucaria araucana), originarias de la Patagonia argentina y chilena, la plaza se articula a través de dos largos pasillos pensados para el paseo, que amenizaban los músicos alojados en el kiosco central.
De planta octogonal, cada vértice se decora a base de pilastras y columnas de capitel arabesco; a cada lado se abre una ventana de guillotina con paños de madera calada y cristales de colores que dibujan estrellas de ocho puntas y antepecho de arquería adosada, con balaustres. Remata el conjunto entablamento y balaustrada. A la segunda planta, cubierta con cenador de forja y madera, se accede por una escalera de caracol exterior.